Una compatriota amiga que por causa del conflicto tuvo que emigrar a Toronto, Canadá, en los años ochenta, me envió recientemente un correo de propaganda del FMLN, el cual finalizaba diciendo que si no lo reenviaba a 20 amigos, le iba a caer la maldición de otros cinco años de gobierno de ARENA.
Aun cuando no dudo de la lucidez e inteligencia de ella, me pareció procedente contestarle que la vida en El Salvador ha mejorado notablemente después del conflicto, aunque tampoco iba a decirle que es un paraíso, pues existen muchos problemas con la seguridad personal, debido a la proliferación de pandilleros que asaltan, extorsionan y trafican con drogas. La solución a este problema —le dije— se ha complicado debido a limitaciones presupuestarias y a la promulgación de leyes inadecuadas como consecuencia de compromisos adquiridos en los Acuerdos de Paz; leyes en las que todavía prevalecen los derechos humanos de los delincuentes y además permiten interpretaciones muy personales de algunos jueces, que ponen en libertad a criminales reincidentes de múltiples delitos. Y que a la actual situación ha contribuido también la oposición del FMLN a la promulgación de leyes que afecten a los delincuentes, como la de permitir las escuchas telefónicas.
A continuación le manifestaba a mi amiga que seguramente hoy hasta le costaría orientarse dentro de un desarrollo urbano maravilloso: nuevas urbanizaciones, carreteras y pasos a desnivel, centros comerciales, gasolineras y farmacias similares a los de cualquier ciudad moderna; cadenas de restaurantes en los que muchas personas celebran reuniones sociales y piñatas y son atendidas como nunca antes, cuando solo podían ir a comer pupusas en un modesto lugar. Además, hay servicio a domicilio de no menos de 15 empresas de comida rápida: china, mexicana, italiana y otras, que son notables fuentes de empleo y evidentemente progresan gracias a que existe suficiente poder de compra. Asimismo, los supermercados se encuentran surtidos de aceites comestibles, pastas alimenticias, alimentos enlatados, galletas, dulces y variados productos nacionales y de los más diversos países. Toda la gente tiene celular: empleados, taxistas, mensajeros, transportistas de carga, vigilantes, profesores y alumnos escolares; pues les facilitan sus actividades y hasta los dan gratis en promociones.
También le recordé un detalle muy importante, y es que en enero de 1992 se firmaron los Acuerdos de Paz y los niños de dos años, en 2008 cumplen 18 y adquieren capacidad de votar y muchos han oído toda su vida la propaganda del FMLN que ofrece “sacar al país de la crisis en que ARENA nos ha metido”. Esta generación jamás escuchó una bomba ni tuvieron terror; no saben de donde venimos y no pueden valorar nuestra incipiente democracia, con sus virtudes y sus defectos y el evidente cambio gradualmente alcanzado. A ellos y otros olvidadizos no les interesa indagar y comparar nuestro progreso y desarrollo económico y social, con el de vecinos países centroamericanos, que cuentan con mejores recursos naturales y menor densidad poblacional. Prefieren ignorar que la tasa de inflación anual en El Salvador de 5.3% era la menor de Latinoamérica a noviembre de 2008, mientras la de Venezuela fue la más alta, de 30.5%.
Finalmente, le hice ver que el desarrollo alcanzado por El Salvador, a pesar de la sistemática obstrucción del FMLN, supera sobradamente a Nicaragua, el segundo país más pobre de Latinoamérica, cuyo modelo de régimen es el que pretenden imponer en nuestro país financiados y asesorados por los socialistas del Siglo XXI. Concluí en que son muchos los que quieren “un cambio” pero bastantes de ellos parecen haber perdido la vista o la cabeza, cuando esperan avances positivos de individuos que solo pueden producir ignorancia, injusticia, odio, violencia y tiranía.
Aun cuando no dudo de la lucidez e inteligencia de ella, me pareció procedente contestarle que la vida en El Salvador ha mejorado notablemente después del conflicto, aunque tampoco iba a decirle que es un paraíso, pues existen muchos problemas con la seguridad personal, debido a la proliferación de pandilleros que asaltan, extorsionan y trafican con drogas. La solución a este problema —le dije— se ha complicado debido a limitaciones presupuestarias y a la promulgación de leyes inadecuadas como consecuencia de compromisos adquiridos en los Acuerdos de Paz; leyes en las que todavía prevalecen los derechos humanos de los delincuentes y además permiten interpretaciones muy personales de algunos jueces, que ponen en libertad a criminales reincidentes de múltiples delitos. Y que a la actual situación ha contribuido también la oposición del FMLN a la promulgación de leyes que afecten a los delincuentes, como la de permitir las escuchas telefónicas.
A continuación le manifestaba a mi amiga que seguramente hoy hasta le costaría orientarse dentro de un desarrollo urbano maravilloso: nuevas urbanizaciones, carreteras y pasos a desnivel, centros comerciales, gasolineras y farmacias similares a los de cualquier ciudad moderna; cadenas de restaurantes en los que muchas personas celebran reuniones sociales y piñatas y son atendidas como nunca antes, cuando solo podían ir a comer pupusas en un modesto lugar. Además, hay servicio a domicilio de no menos de 15 empresas de comida rápida: china, mexicana, italiana y otras, que son notables fuentes de empleo y evidentemente progresan gracias a que existe suficiente poder de compra. Asimismo, los supermercados se encuentran surtidos de aceites comestibles, pastas alimenticias, alimentos enlatados, galletas, dulces y variados productos nacionales y de los más diversos países. Toda la gente tiene celular: empleados, taxistas, mensajeros, transportistas de carga, vigilantes, profesores y alumnos escolares; pues les facilitan sus actividades y hasta los dan gratis en promociones.
También le recordé un detalle muy importante, y es que en enero de 1992 se firmaron los Acuerdos de Paz y los niños de dos años, en 2008 cumplen 18 y adquieren capacidad de votar y muchos han oído toda su vida la propaganda del FMLN que ofrece “sacar al país de la crisis en que ARENA nos ha metido”. Esta generación jamás escuchó una bomba ni tuvieron terror; no saben de donde venimos y no pueden valorar nuestra incipiente democracia, con sus virtudes y sus defectos y el evidente cambio gradualmente alcanzado. A ellos y otros olvidadizos no les interesa indagar y comparar nuestro progreso y desarrollo económico y social, con el de vecinos países centroamericanos, que cuentan con mejores recursos naturales y menor densidad poblacional. Prefieren ignorar que la tasa de inflación anual en El Salvador de 5.3% era la menor de Latinoamérica a noviembre de 2008, mientras la de Venezuela fue la más alta, de 30.5%.
Finalmente, le hice ver que el desarrollo alcanzado por El Salvador, a pesar de la sistemática obstrucción del FMLN, supera sobradamente a Nicaragua, el segundo país más pobre de Latinoamérica, cuyo modelo de régimen es el que pretenden imponer en nuestro país financiados y asesorados por los socialistas del Siglo XXI. Concluí en que son muchos los que quieren “un cambio” pero bastantes de ellos parecen haber perdido la vista o la cabeza, cuando esperan avances positivos de individuos que solo pueden producir ignorancia, injusticia, odio, violencia y tiranía.
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